La Directora de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, voz autorizada en el ámbito pedagógico, conversó con el Servicio Local para analizar la realidad que atraviesan los colegios en su proceso de retorno a clases presenciales.

Antropóloga de profesión con maestría y doctorado en Educación, colombiana de nacionalidad y dueña de una dilatada trayectoria que la ha llevado a desempeñarse, por ejemplo, en el Banco Interamericano de Desarrollo, en el Banco Mundial y en el Ministerio de Educación de su país, Claudia Uribe sostiene que “la pandemia ha afectado a todos los sistemas educativos del mundo”. Precisamente, en este último ítem y en sus subyacentes temas derivados, es donde se explayó.

A partir de esta frase suya, entendemos que la pandemia ha afectado a los sistemas docentes del planeta. Sin embargo, toda crisis deja cosas positivas también. En su opinión ¿cuáles son las principales enseñanzas, saldos positivos y desafíos que nos ha dejado la pandemia? 

La situación sanitaria que hemos vivido, curiosamente, nos ha dejado algunos aspectos positivos. Por un lado, ha acercado mucho más a las familias al proceso educativo. Por las condiciones obvias del confinamiento, los mismos padres han tenido que volverse actores activos en el proceso de aprendizaje de sus hijos. Es más, sería ideal que esto se mantuviera en el tiempo. Por otro lado, también nos ha dejado la evidencia de un impulso innovador en muchos modelos educativos, innovación que ha sido liderada por las maestras y maestros que han mantenido en pie la educación de todos. En esta línea, por ejemplo, el uso de la tecnología ha sido clave, y que en tiempos normales no se aprovechaba todo su potencial en la mayoría de los países. Y esto también espero que se pueda sostener en los años venideros. Por ejemplo, puede servir para la enseñanza de idiomas, utilizando profesores que estén en otras partes del mundo conectados vía online. Y en cuanto a los desafíos, hay muchísimos. El más importante tiene que ver con las inequidades en el acceso a la conectividad. Otra lección sustancial es que no estamos preparados para las emergencias, y vamos a tener que pensar desde ya en las que vengan.

Entonces ¿qué podemos extraer de aquellos países donde se aprobó el reto de darle continuidad a sus sistemas educativos?

Lo primero es señalar que la pandemia ha afectado a todos los sistemas educativos del mundo. No ha habido ninguno que haya podido mantener su sistema como si estuviéramos en tiempos normales. Sin embargo, los que lograron sostener de mejor manera la presencialidad, son precisamente los países que mejor respondieron a los requerimientos sanitarios. Hay otros países, por ejemplo, que desde antes de la pandemia tenían más ampliamente incorporada la tecnología y, por ende, estaban mejor preparados de antemano para un escenario como el actual de enseñanza remota. Un buen ejemplo de esto es Uruguay, por citar un país cercano. Una conclusión importante respecto de las aperturas de escuelas durante la pandemia ha sido la constatación que estas no han sido focos de alto nivel de contagio. Esto quiere decir que si cuentan con las debidas medidas y protocolos de seguridad, pueden perfectamente operar con un bajo nivel de riesgo.

Profundicemos en las clases presenciales: existe un consenso respecto de la importancia que estas tienen para los alumnos. ¿Qué ventajas cree usted que poseen estas por sobre las híbridas u online en el proceso de aprendizaje de un niño? ¿Por qué es realmente fundamental que los estudiantes retornen al aula?

En términos generales, hemos detectado muchos desafíos a partir del cierre de las clases presenciales. Esto se ha constatado en el mismo diagnóstico de la Agencia de Calidad de la Educación, el cual exhibe niveles de pérdida en el aprendizaje muy significativos. Y en otras dimensionas también hay estadísticas muy claras. Por ejemplo, ya se ha documentado que el cierre de las escuelas ha aumentado los niveles de desnutrición, pero también de sobre peso en escolares. También han aumentado los problemas de salud mental, de violencia doméstica entre muchos otros aspectos que vulneran la seguridad y el bienestar de las y los menores. Entonces, el impacto negativo que ha generado el dejar de asistir a las clases presenciales ha sido tremendo, aunque cueste dimensionarlo. Y lamentablemente, por la realidad latinoamericana de inequidad, ha habido sectores que han sido más perjudicados que otros aumentando las brechas de desigualdad social de forma significativa. Además, hay que sumar la importancia que tiene para el desarrollo y el aprendizaje de los niños, la interacción con sus pares y docentes. Esto es fundamental, de modo que la experiencia que te brindan las clases presenciales es irremplazable.

¿Cómo pueden las autoridades escolares manejar el temor que algunos apoderados y niños sienten a la hora de volver a las clases en vivo y en directo?

Manejar el temor siempre es desafiante. Acá hay un tema importantísimo: el diálogo y la información. En la medida que las autoridades escolares estén en conversación permanente con las familias se pueden aclarar los temores, que son muchos lógicamente. Siempre en estos contextos empiezan a circular informaciones falsas, por ejemplo. Informar, explicar, aclarar dudas es una tarea diaria y constante que los colegios deben ejercer con su comunidad. Otro elemento fundamental es asegurarles a las familias que las autoridades han tomado todas las precauciones de seguridad que haya que tomar. Entonces, en la medida que se hagan partícipes a los apoderados y familias, creo que se estará ayudando a generar confianza.

¿Le ha llamado la atención algún proyecto de participación en los colegios que se pudiera implementar en la comunidad educativa para que participe de lleno en la vuelta a las clases?

Es un poco temprano para analizar las cosas que no se han documentado de manera sistemática. Estamos aún en una etapa en que venimos conociendo las experiencias de manera más testimonial y anecdótica. No obstante, creo que de lo positivo que he visto, todo va en la línea de lo que ya te mencioné: la instalación de mesas de diálogo entre las autoridades, las escuelas y los padres de familia y la elaboración de planes de retorno con participación de padres y apoderados. Ahora nos queda por hacer una tarea de documentación y sistematización para poder tener modelos más contundentes a la hora de replicarlos.

Finalmente, ¿podría hacer una invitación a nuestra comunidad educativa para que se atreva a volver a clases con confianza?

En primer lugar, creo que es importante que todos entendamos que el retorno a la educación presencial es una prioridad que no da espera, y que en la medida que las condiciones sanitarias lo permitan, las escuelas deben ser lo primero en abrir y lo último en cerrar. La interacción entre niños, niñas, estudiantes y sus profesores es irremplazable para el aprendizaje y para el pleno desarrollo de niños, niñas y adolescentes. En segundo lugar, invitaría a la comunidad en general a colaborar, confiar y participar junto con las autoridades de sus respectivos colegios, porque cada uno de los miembros de una comunidad educativa juega un papel preponderante para hacer posible un retorno seguro a la escuela. En otras palabras, el retorno es un asunto de todos. Entonces, acérquense a su colegio, infórmense, apoyen, vigilen y refuercen las medidas de seguridad que necesitan para cuidarse a sí mismos y a los demás.